En Costa Rica las restricciones para enfrentar la COVID-19 provocaron un debilitamiento económico en miles de familias. El impacto fue mucho mayor en aquellas lideradas por emprendedoras nicaragüenses migrantes. Pese a tener muchas de ellas espíritu emprendedor, desde el inicio de la pandemia se vieron abocadas a sobrevivir en comunidades afectadas por problemáticas sociales como la pobreza y la violencia.
En Upala, frontera norte del territorio costarricense, decenas de mujeres dejaron de elaborar sus productos para buscar otros medios de vida que les permitieran al menos subsistir mientras la pandemia reducía progresivamente su incidencia.
En búsqueda de una alternativa que pudiera apoyar a esta población nació el proyecto “Inclusión social de mujeres, niñez y jóvenes nicaragüenses en Costa Rica”, que Ayuda en Acción lleva a cabo gracias al financiamiento de la Unión Europea, y que busca impulsar los emprendimientos de esta población.
Para lograr con éxito que estas personas se recuperaran del golpe económico y social implementamos un mecanismo de capacitación combinado con la posibilidad de obtener un apoyo económico para revivir sus emprendimientos. Con esta dinámica logramos impactar en más de 70 mujeres que recibieron formación en gestión empresarial. De ellas, 32 recibieron además capital semilla para inyectar a sus pequeños negocios.
Hoy queremos contarte la historia de dos de las emprendedoras nicaragüenses que recibieron apoyo y que hoy lideran proyectos exitosos que les permiten sacar adelante a sus familias. ¡Quédate a conocerlas!
Yahaira, la emprendedora del pescado fresco
Meses antes de la llegada de la pandemia a Costa Rica, el negocio de la venta de pescado ya era complicado para Yahaira, nicaragüenses que llegó a Costa Rica hace 21 años. El recorrido podía ser de hasta nueve horas caminando o a caballo con un balde lleno de pescado crudo en cada mano para lograr venderlo casi todo. Cuando el producto no se había vendido, al llegar a casa no le quedaba otra que cocinarlo y comerlo, ya que no tenía lugar adecuado para refrigerarlo.
Cuando la pandemia se intensificó, las ventas cesaron y esta madre de siete hijos decidió ponerle una pausa a su emprendimiento: “al menos pudimos sembrar algunas verduras en ese tiempo. La comidita nunca nos faltó”, cuenta con una sonrisa en su rostro.
En 2021, cuando el proyecto de inclusión social llegó al cantón de Upala, esta vecina de la comunidad de Jomuza fue una de las seleccionadas para capacitarse. Se graduó y participó por un capital semilla que le daría un giro inimaginable a su negocio. Gracias al proyecto, Yahaira cuenta ahora con un triciclo, dos hieleras y un congelador en casa, donde el producto se puede mantener fresco.
Keyla, arte sin fronteras heredado por generaciones
El árbol de balso, nativo de la zona, se ha convertido en la fuente de ingresos de la familia de Keyla y Alejandro, dos jóvenes que se dedican a la producción de artesanías en madera de balso, una especie que ellos mismos se dedican a reforestar.
Junto a la hija que ambos tienen en común, llegaron a Costa Rica en el 2018, cuando la niña solo tenía seis meses. Procedentes de Nicaragua, buscaban seguridad y una oportunidad digna para vivir. Esta valiente joven asegura que “la mejor herencia que sus padres pudieron darle fue aprender desde muy pequeña a elaborar artesanías”.
Ahora ella, junto a su esposo, se dedican a su pequeño negocio. Los dos trabajan y se turnan con las tareas del hogar, sobre todo con una de las más importantes: ser padres. Ambos iniciaron su negocio tan solo nueve meses antes de la pandemia, por lo que los productos se quedaron guardados sin poder ser vendidos.
Sin embargo, al participar por el capital semilla en el proyecto “Inclusión social para migrantes”, Keyla logró comprar una máquina especial para facilitar el corte de la madera, además de pintura, pinceles, y más materia prima.
Hoy en día, gracias a ese aporte, Keyla y su familia han salido adelante, sin temor y con deseos de superación. La noticia más reciente que recibimos de Keyla es que ganó una beca completa en una universidad pública de Costa Rica para convertirse en maestra de prescolar. ¡Nunca dejes de perseguir tus sueños!
(*Artículo escrito por Katherine P. Benavides, de Ayuda en Acción en Costa Rica)