En octubre tuvimos la ocasión de visitar Arsi, en la región de Oromía, con el objetivo de realizar un estudio que analizara la situación que une juventud y migración de forma indisoluble. Se trata de una tierra fértil y rica en alimentos, sobre todo en cereales. Sin embargo, ve cómo las alteraciones en las precipitaciones están aumentando la vulnerabilidad socioeconómica de sus habitantes, especialmente de quienes se dedican a agricultura tradicional de supervivencia. En Etiopía alrededor del 80% de la población vive en zonas rurales y la agricultura es un sector económico fundamental. En el caso de Arsi, el porcentaje de población rural es todavía mayor: 89,5% según UNHCR.
En nuestro viaje hablamos con Berna Duresso, director de Reducción de Riesgos, Gobierno Regional de Oromía. Él nos comentó que la región dispone de muchos recursos, pero que en los últimos años sufre de sequías especialmente graves. Alrededor de 3,2 millones de personas se han visto afectadas por ellas, provocando serios problemas como la escasez de alimentos, conflictos fronterizos en la parte oriental de la región debido a la competencia por las aguas de pastoreo y altas tasas de emigración, sobre todo entre la población más joven.
Arsi es también una de las zonas con mayor emigración de Etiopía, con un importante flujo de personas que emigran en busca de empleo, principalmente a países árabes. Los jóvenes que se ven obligados a emigrar son quienes más sufren las consecuencias de problemas estructurales que impiden a las familias vulnerables obtener ingresos suficientes para vivir. Además deben hacer frente a otros problemas adicionales de la zona como una alta densidad de población, falta de servicios adecuados (educación y formación, por ejemplo) y falta de tierras de cultivo. A ello se suma la escasez de lluvia debido al cambio climático.
La presión social "invita" a emigrar
La presión social empuja a muchas personas a buscar nuevas fuentes de ingresos para sus familias. En este sentido, hablamos con Aster Weyyessa, una joven retornada del Líbano. Nos contó que tomó la decisión de emigrar al ver la experiencia de una vecina suya que lo hizo y consiguió cambiar la vida de su familia enviando remesas. Aster tenía un negocio, pero decidió dejarlo todo al ver que a sus vecinos les iba mucho mejor. Pensaba que nunca podría llegar a esos niveles de mejora económica para su familia con el trabajo que tenía en Arsi. Pero su experiencia no fue como la de su vecina: llegó a estar prácticamente secuestrada por una familia que dejó de pagarla por su trabajo. Tras muchas dificultades, consiguió huir y volver a casa.
Emigrar como respuesta a la falta de oportunidades
La migración de la juventud en esta zona del mundo supone una forma de estrategia económica muy extendida. Apenas hay familias que no tengan a alguno de sus miembros fuera. Los mecanismos de migración legales son relativamente accesibles, a diferencia de otras partes del país donde muchos eligen hacerlo de manera ilegal porque es la única que tienen a disposición. La migración de un hijo o hija implica una importante inversión económica para las familias, que por lo general se sufraga con la venta de un animal (una vaca, por ejemplo). Esto condiciona su seguridad alimentaria y/o la obtención de ingresos recurrentes. Por eso necesitan rentabilizar esa inversión en el menor tiempo posible. Todo ello pone a la juventud frente a fuertes disyuntivas a la hora de dejar sus vidas para emigrar.
En este sentido Jeylan Mohammed, un joven de 26 años de la localidad de Shirka, nos contó que acababa de retornar. Su experiencia no había sido mala pero volvió porque quería terminar su educación formal al entender que es la única manera de prosperar. Ahora estaba estudiando, pero su situación económica dentro de poco no le permitiría continuar. Era consciente de que pronto tendría que emigrar nuevamente. Nos dijo que si consiguiera cubrir sus gastos educativos, querría completar sus estudios y trabajar en su país.
En este mismo sentido se pronunciaba Ahmedin Mehammed Bati en nuestra visita a la zona de Lowlands: “si tuviéramos oportunidades, nuestros terrenos no se venderían. No los alquilaríamos para que otros los trabajen. El gobierno tiene que apoyarnos y proporcionarnos medios para generar trabajo. Deberíamos tener acceso al agua, así trabajaremos, cambiaremos nosotros y cambiará nuestra gente”.
Qué hacemos para paliar la situación
En Etiopía trabajamos desde 2002 con la población más vulnerable. En Arsi, gracias a la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la colaboración de socias y socios de Ayuda en Acción, llevamos a cabo un programa para generar un entorno resiliente y medios de subsistencia para las familias. Contribuimos a la reducción de la inseguridad alimentaria, la migración y el desempleo juvenil. Además, fomentamos la mejora de los servicios. El proyecto se ha implementado en tres distritos: Arsi Robe, Ticho y Amigna, donde reforzamos las capacidades de las cooperativas y grupos de ahorro y crédito locales (SACCO), así como la capacidad institucional de los organismos agencias gubernamentales implicadas en fomentar el empleo en la zona.