A pesar de las buenas noticias de crecimiento y desarrollo de la última década, Etiopía padece hoy una situación de inestabilidad política, con altos niveles de pobreza y efectos negativos del cambio climático. En este contexto hemos viajado a la zona de Arsi, en la región de Oromía, a unos 250 kilómetros al sureste de la capital Adis Abeba.
Temporadas de lluvia más breves y distanciadas
A nuestra llegada el equipo de Ayuda en Acción en el país nos comentó que la sequía que se vive en estos momentos es la peor en años porque las consecuencias del fenómeno meteorológico de El Niño se ven amplificadas por el calentamiento global. Aunque los períodos de sequía en la zona son recurrentes, en los últimos años estos fenómenos meteorológicos ven acortado su ciclo y se repiten con mayor virulencia y frecuencia, sin dar margen apenas para la regeneración natural del entorno. En Arsi, donde un importante porcentaje de la población depende de la agricultura, esto implica la aparición de graves amenazas como la inseguridad alimentaria, la desnutrición y la falta de agua.
Arsi tiene dos épocas marcadas de lluvias: la corta llamada Belg, que va de febrero a abril, y la más larga, Meher entre junio y finales de septiembre. Este año, las lluvias de Belg prácticamente no han existido, y las de Meher han sido muy escasas. Y aunque el verde del paisaje pudiera ser un buen augurio, lo cierto es que las familias solo recogerán una cosecha cuando lo normal es que recojan dos o tres.
En las tierras bajas de Arsi (las que están por debajo de los 1500 m) la falta de lluvias resultó evidente, al igual que los niveles más altos de pobreza en relación a sus vecinos de las tierras altas (localizadas entre los 1500 y 2500 m). Las cuencas de los ríos estaban literalmente secas cuando deberían marcar los niveles de agua más altos del año. Nos explicaron además que se espera que la sequía se acentúe aún más en los próximos meses y que es muy posible que llegue a niveles alarmantes en los meses de abril y mayo.
Técnicas agrarias poco productivas
De camino a Amigna, nos sorprendió la imagen de la tala, casi completa, de un bosque. La cuadrilla de leñadores encargados nos comentó que esas tierras eran del Estado, que se vende la madera a las constructoras y el terreno que queda disponible se usa para prácticas agrícolas o ganaderas. Arsi es una zona estratégica porque, junto a la vecina Bele, se le considera el “granero de Etiopía”. Entre ambas zonas se produce el 15% de todo cereal del país. Sin embargo, las prácticas agrarias siguen siendo rudimentarias y de baja productividad, proclives a sufrir pestes y enfermedades que aumentan en la misma medida que empeoran las condiciones climáticas. Además, los pequeños productores apenas cuentan con recursos para acceder a insumos, formación técnica o acceso a créditos en condiciones asumibles que les permitan explotar la tierra de forma productiva y sostenible.
Alerta permanente por los grupos armados
La inestabilidad política en el país no se limita solo a Tigray. Durante los quince días que recorrimos las carreteras de la región nos encontramos con frecuentes controles militares. En más de una ocasión nos pararon y registraron nuestro vehículo en busca de armas o cualquier signo que nos vinculara a Shane, una escisión del Frente de Liberación Oromo (FLO) que ha decidido continuar sus reivindicaciones por el camino de las armas.
El cambio climático castiga a los más vulnerables
El panorama local que se nos iba dibujando era descorazonador: la subida generalizada de precios, la mala cosecha y la falta de cereales por la guerra de Ucrania, más la inestabilidad política de la zona y del país, nos hacía prever unos próximos meses muy duros. Sobre todo para las familias más vulnerables, que paradójicamente apenas contribuyen al cambio climático y sin embargo son quienes más lo sufren. Para muchas personas emigrar es la única opción para generar ingresos.
Arsi es la segunda zona en Oromía -después de Jimma- en cuanto a población migrante, con un flujo importante de personas que van de forma mayoritariamente ilegal a los países árabes. Salen buscando ser empleados como mano de obra no cualificada hacia Arabia Saudita, Dubai, Omán y Qatar. También hay migración interna a Adama, Metahara, Mojo y otras ciudades para obtener oportunidades de empleo asalariado.
Capacitación, innovación y adaptación para promover desarrollo
Para dar respuesta desde Ayuda en Acción ponemos en marcha diferentes iniciativas en la zona de Arsi-Oromía:
- Contribuimos a la reducción de la vulnerabilidad y aumento de la seguridad alimentaria. En el marco del convenio que tenemos en marcha con AECID promovemos entornos y medios de vida estables para las familias y comunidades rurales afectadas por un clima extremo, crisis económicas, políticas y sociales. Trabajamos las capacidades técnicas para el empleo y la comercialización e impulsamos la reforestación y cosechas de agua para afrontar los períodos de sequía. Además, facilitamos el acceso a crédito que permite a las familias optar a mejores oportunidades.
- Las comunidades pastorales y agropastorales de Borena en Oromía son las más castigadas por las sequías. Allí nuestros equipos en terreno responden de manera inmediata para cubrir las necesidades más básicas de la población además de trabajar en la adaptación y resiliencia.
- En Arsi, y Wolaita promovemos un sistema alimentario sostenible y seguro a través de una estrategia a largo plazo de soberanía alimentaria, producción sana, ecológicamente sostenible y que garantice ingresos justos. A través de la tecnología innovadora AYA impulsamos un sistema autónomo e integrado de acuaponía y aeroponía para la producción de vegetales, que además contribuye a reducir la deforestación.
- El almacén y la granja-escuela construido en Arsi Robe permite a los productores y productoras de la cooperativa almacenar la cosecha en condiciones óptimas hasta su venta en el mercado. Gracias a la granja-escuela además tienen acceso a semillas mejoradas resilientes al cambio climático.