La migración en México es un asunto de plena actualidad. La frontera entre México y Estados Unidos es la más peligrosa del continente americano para las personas migrantes, pero no es la única. Hoy te contamos cómo acompañamos a población refugiada, en tránsito y de acogida a lo largo de la ruta migratoria mexicana a través de tres albergues. Se trata de un proyecto apoyado por la Agencia Vasca de Cooperación.
El origen de la migración en México
La Bestia, Tren de la Muerte, Tren de los Desconocidos… Son solo algunos de los nombres con los que se conoce al tren de mercancías que atraviesa México hasta llegar a la frontera con Estados Unidos. No están puestos al azar. El tren es uno de los medios de transporte más baratos, pero también más inseguros. Lo emplean clandestinamente miles de personas que cada año huyen de Centroamérica con rumbo a una nueva vida en territorio estadounidense. La frontera entre estos dos países americanos es la más letal de todo el continente americano. Desde 2014, la Organización Internacional de las Migraciones ha registrado en ella más de 2400 muertes.
Pero este tren es solo un ejemplo de la larga lista de obstáculos y peligros que encuentran quienes se ven obligados a abandonar su hogar en esta zona. La mayoría provienen del Triángulo Norte de Centroamérica: Honduras, Guatemala y El Salvador. Además de estar marcada por la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades, se trata de una de las regiones más violentas del mundo.
El número de solicitantes de refugio en México ha aumentado un 5000% en los últimos siete años. Clic para tuitear
Apoyo a migrantes en tres albergues
Apoyar a estas personas para garantizar que migrar sea un derecho y no un acto desesperado. Con este objetivo hemos comenzado en México a trabajar en tres albergues de acogida situados a lo largo de la ruta migratoria conectada por la red ferroviaria de La Bestia. Se encuentran en los municipios de Tenosique (Tabasco), Apizaco (Tlaxcala) y Monterrey (Nuevo León), al sur, centro y norte del país, respectivamente.
Con el respaldo de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo, este proyecto busca brindar protección humanitaria y atención integral a población refugiada, en tránsito y de acogida. En total, apoyaremos a más de 30.000 personas, con especial atención a sobrevivientes de violencia y, específicamente, violencia basada en género, tanto en sus países de origen como en México, priorizando a grupos en mayor vulnerabilidad como niños, niñas, adolescentes, mujeres y población LGTBI+, cada año más presentes en las migraciones.
Cuando una persona pone pie en territorio mexicano y ve estas casas del migrante, lo sienten como un oasis en el desierto. Lo primero que hacemos es cubrir sus necesidades psicológicas y físicas más inmediatas: desde una ducha caliente a una llamada a un familiar para comunicar que están a salvo, pasando por apoyo psicológico debido al trauma que muchas acarrean (Ramón Márquez, responsable del proyecto).
Asesoramiento y apoyo a migrantes e instituciones
A partir de ahí, comienza un proceso de atención personalizada donde, en función del tiempo de estancia de la persona, se le brindan herramientas como el asesoramiento legal sobre sus derechos o la formación en materia de inserción sociolaboral, entre otras muchas. Asimismo, el proyecto busca apoyar a las organizaciones e instituciones locales para mejorar su capacidad de respuesta ante esta compleja realidad.
La integración de las personas migrantes y refugiadas en sus comunidades de acogida, la convivencia pacífica y la cohesión social constituyen también ejes prioritarios de esta intervención. Por eso, se llevarán a cabo varias actividades de formación y sensibilización sobre la migración en México tanto con la sociedad mexicana como con la sociedad vasca. ¿El objetivo final? Fomentar que, tanto en un punto como en otro del mundo, adoptemos una actitud y un conocimiento crítico ante un fenómeno, el de las migraciones forzadas, a menudo invisibilizado.
Frente a los muros, el derecho a una vida digna y segura
La primera caravana de migrantes centroamericanos tras el inicio de la pandemia, que tuvo lugar en septiembre de 2020, demuestra que nunca existirán obstáculos ni muros lo suficientemente altos cuando hablamos del derecho humano a migrar. Solo en México, el número de solicitantes de refugio batió el récord histórico en 2019, al sumar 66.000 peticiones entre enero y noviembre de ese año. Estas solicitudes, según la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), han crecido un 5000% en los últimos siete años.
Las causas que están provocando los éxodos forzosos son variadas. Está la violencia de las maras y pandillas, el impacto de la COVID-19, la pobreza, la desigualdad o los efectos del cambio climático. Todo ello, lejos de solucionarse, se está agravando. Ya estamos siendo testigos de flujos mixtos y de carácter masivo en la frontera sur de México (Ramón Márquez, responsable del proyecto).
Desde nuestro equipo en terreno estamos monitoreando de cerca la situación de la migración en México. Así podremos actuar antes una posible crisis humanitaria en la zona y cumplir con el objetivo que nos vio hacer en 1981: ser ayuda.