La precariedad de la economía en Guatemala, unido a la falta de oportunidades de empleo o la generalización de empleos mal remunerados, la inseguridad alimentaria o los efectos del cambio climático obliga a las personas a tomar una dura decisión: migrar a otro país.
En Guatemala, la mayoría de las personas que deciden iniciar su camino lo hacen a lugares como México y Estados Unidos. Migran con el objetivo de mejorar su calidad de vida dejando atrás a sus seres queridos en busca de nuevas oportunidades.
Si en algo coinciden la mayoría es en afirmar que no saldrían de su país si las condiciones fueran óptimas para llevar una vida digna. Por eso, desde Ayuda en Acción hemos comenzado a trabajar en Guatemala a través de programas que promuevan el arraigo y mejoren las condiciones de vida, sobre todo de las personas jóvenes.
¿Cómo promovemos el arraigo?
Ayuda en Acción ha creado programas enfocados en capacitar a personas a través de talleres de emprendimiento y empleabilidad para generar arraigo. Las personas que asisten a los talleres reciben conocimientos que les permiten permanecer en sus comunidades y emprender negocios que les generen sus propios ingresos y les sirva, además, para promover la permanencia en sus lugares de origen.
Pero este trabajo no lo hemos conseguido solos. Gracias a la alianza establecida con la Municipalidad de Camotán, en Chiquimula, hemos empezado a trabajar con la Escuela Taller. Allí se han impartido cursos profesionales para iniciarse en sectores como la cocina o la panadería. La formación ofertada para promover el arraigo en las comunidades no se limita simplemente al oficio, sino que se orienta a una formación integral que repercuta en la buena marcha de un negocio. Por eso se realizan talleres de introducción al emprendimiento y la educación financiera con el objetivo de acompañar el proceso de estructuración de nuevos emprendimientos con una base sólida.
Historias de vida y arraigo a través de la formación profesional
Durante los últimos meses muchas personas ya han pasado por los procesos de formación técnica vocacional puestos en marcha por los equipos de Ayuda en Acción en Guatemala. En el programa de las Escuelas Taller hemos conocido a personas que, gracias a la formación recibida, han conseguido cambiar el rumbo de sus vidas. Te presentamos a dos de ellos.
Estuardo: formación para no tener que salir de la aldea
Estuardo es un joven residente de la Aldea el Guayabo, en Camotán, al oriente de Guatemala. Nos cuenta que se encuentra muy contento de participar en la Escuela Taller, al igual que otras personas en su propia comunidad.
Estuardo nos cuenta que esto beneficia a la gente de las aldeas, porque ahí obtienen nuevos conocimientos que ayudan a todas las personas a iniciar un proyecto y con esto el desarrollo de las familias.
“Desde la aldea en la que vivimos no hay oportunidades como esta, así que tanto yo como otras personas de las aldeas venimos y aprendemos nuevos conocimientos. De mi parte me siento muy satisfecho de aprender lo que es el curso de panadería, eso es algo importante para mí, porque yo sé que tengo ese potencial de iniciar mi propia miniempresa, e ir de poco a poco a más allá”.
Es una herramienta fundamental para iniciar emprendimientos y eso hará también posible que las personas de las aldeas no tengan que ir a trabajar a otros municipios (incluso fuera de su departamento o en los casos más extremos –que son cada vez más– del país).
“Lo bueno de recibir estos talleres, es que yo puedo generar mis propios ingresos y eso hace que faciliten las cosas en mi aldea, ya que la gente puede comprar mi producto y el desarrollo se va quedando dentro mi comunidad, puedo tener como meta poner un negocio pequeño, que luego vaya creciendo y contratar así a más personas”, expresa Estuardo.
Arminda ya piensa en emprender en su comunidad para generar arraigo
Arminda vive en la aldea El Guayabo Centro, también en el Municipio de Camotán, en Chiquimula. Ella es una de las muchas mujeres que están participando en este curso. Ya ha formado parte de ocho capacitaciones del taller de panadería, en el que la práctica lo es todo. Ya sabe realizar tartas, pan dulce y pan francés, entre otras muchas delicias.

“Participar en la Escuela Taller me llena de alegría, pues este conocimiento es algo que me llevo a mi comunidad para poderlo replicarlo y generar mis propios ingresos”, expresa Arminda.
Como parte del acompañamiento de los talleres de panadería, también formó parte de la inducción sobre el tema financiero. En él les brindaron las bases para comenzar su propio negocio y generar no solo beneficios, sino también ahorro.
Tanto Arminda como Estuardo hoy tienen más razones para quedarse en sus comunidades de origen, seguir trabajando por su comunidad y generar arraigo. Porque el país que crece, es el que crece unido.
(*Artículo escrito por Marcelo Estrada, responsable de comunicación de Ayuda en Acción en Guatemala)