El conflicto de Ucrania nos está poniendo en primer plano a la infancia en un contexto de guerra. No son los primeros, ni lamentablemente los últimos, que vivirán una situación como esta. Tigray en Etiopía o Cabo Delgado en Mozambique son algunos otros lugares del mundo donde Ayuda en Acción ha trabajado en los últimos meses en situaciones de conflicto. Conocemos de cerca cómo viven los conflictos los niños de la guerra y qué consecuencias tendrá para su futuro. Hoy te hablamos de ello.

La infancia no es un objetivo de guerra


El pasado 9 de marzo de 2022 el ejército ruso bombardeó el hospital materno-infantil de Maiúpol, en Ucrania. No es la primera vez que se usan como objetivos de guerra centros donde se sabe que hay un gran número de niños y niñas. Escuelas y hospitales pasan de esta forma de ser lugares seguros a objetivos de ataques. La mayoría de las veces quien ataca aduce errores de cálculo o conocimientos de que “el enemigo” trabajaba en esos centros precisamente para esquivas las bombas. Pero los efectos van más allá de las víctimas mortales. ¿Qué pasa con quienes sobreviven? Sus derechos, consagrados en la Declaración de los Derechos del Niño, no están siendo respetados.

Según datos de Save the Children, uno de cada cinco niños y niñas en el mundo viven en zonas donde existe una guerra o conflicto activo. Eso supone 420 millones de menores afectados.

En el año 2017 Naciones Unidas realizó un informe en el que identificó las principales violaciones de derechos para los niños en la guerra:

  • Asesinato y mutilación.

  • Reclutamiento y uso de niños por parte de fuerzas y grupos armados.

  • Ataques a escuelas y hospitales.

  • Violaciones y otros actos de violencia sexual.

  • Denegación a la infancia de acceso a ayuda humanitaria.


Consecuencias de la guerra para la infancia


Una guerra merma de forma considerable los derechos de la infancia, como decíamos antes. Pero veamos cómo afectan de forma específica tanto a ellos como a otras cuestiones que tienen que ver con los niños y niños:

Derecho a la educación


Millones de niños, niñas y jóvenes se ven privados de recibir educación durante el tiempo que duran los conflictos. En Ucrania ya estamos viendo cómo colegios y otros centros educativos han sido afectados por el conflicto desde el año 2014. No tener acceso a educación impedirá tener trabajos cualificados y por tanto, menores posibilidades de salir de la pobreza cuando sean personas adultas.

Derecho al juego


La calle no es un lugar seguro en época de guerra. Sin embargo, es el lugar donde los niños y niñas del mundo juegan. Un conflicto supone que la infancia no tenga espacios seguros donde jugar o que no pueda hacerlo con otros niños y niñas de su edad. Esto, inevitablemente, vulnera sus derechos y afecta a su bienestar.

Derecho a la integridad


En cualquier guerra las personas más vulnerables se enfrentan a más riesgos. En el caso de las guerras, niños y niñas se exponen a ser captados por redes de trata. Para las niñas, además, el riesgo de sufrir violencia sexual y ser utilizadas con fines de explotación sexual se multiplica de forma alarmante. En la guerra de Ucrania y debido al gran número de familias que están saliendo del país (en su mayoría mujeres solas con hijos e hijas) ya se han lanzado alertas del riesgo de que en medio de una ola de solidaridad se cuelen las redes de trata para captar a nuevas víctimas y comerciar con sus cuerpos.

Derecho a la salud


La falta de acceso al juego o a la educación también repercute en la salud de los niños y niñas. La poca o nula actividad física durante un conflicto repercute en la salud y el crecimiento de los menores. Pero también afecta a la salud mental: los traumas de una guerra conviven en la mayoría de los casos con las personas durante toda la vida. Gran parte de los niños y niñas de la guerra de Ucrania, por ejemplo, están siendo separados de sus padres, obligados a permanecer en el país. Muchos niños y niñas quedarán huérfanos y otros quizás nunca vuelvan a su hogar. La sensación de desarraigo o los episodios de discriminación serán probablemente frecuentes para los niños y niñas de la guerra.




Además, no podemos olvidar la pobreza. Durante una guerra, y cuando esta acaba, la situación en la que queda la zona, país o países que la sufren en su territorio quedan devastados. Aunque cuenten con ayudas de organismos internacionales, la pobreza es patente. Esta pobreza, que afecta a la infancia durante el conflicto, seguirá afectando cuando este acabe. Y será la “culpable” de que la mayoría de los niños, niñas y adolescentes de hoy no puedan tener un futuro con oportunidades.

Sobrevivir, lamentablemente para estos niños y niños de la guerra, no es un acto que se circunscriba a un periodo corto de tiempo, sino a toda una vida.

Si quieres ayudar a los niños y niñas que huyen del conflicto y que están siendo atendidos tanto en el país como en las fronteras, puedes sumarte a nuestra campaña.