Las vulnerabilidades, los riesgos y el abandono político hacia las mujeres migrantes tienen una de sus mayores expresiones en Mesoamérica, región que reproduce las más graves dinámicas ilegales que atentan contra la dignidad y la vida de las mujeres y donde quienes son migrantes y mujeres tienen una mayor desprotección.
Desde una perspectiva de género, las causas estructurales de la migración forzada, los riesgos en las rutas migratorias y los retos de integración en las comunidades de acogida, exigen la necesidad de centrar acciones en las mujeres y las niñas, así como en los niños y niñas a su cargo.
Los efectos del COVID-19 han agravado también la crisis económica y la desigualdad en la región y, como consecuencia, se observa un aumento de la violencia, la precariedad y la inseguridad, que vienen a ser los principales motivos que obligan a las personas a migrar.
los Estados del corredor migratorio mesoamericano han dado pasos atrás con sus políticas y prácticas migratorias, al estar basadas casi exclusivamente en un enfoque de contención y seguridad, impuesto por las presiones de los Gobiernos de Estados Unidos y México.