Un año después del comienzo de la guerra de Ucrania, casi ocho millones de personas han abandonado su país y cerca de seis millones se han desplazado dentro de sus fronteras. En 2022 España acogió a más de 75 000 personas, pero antes del comienzo de la invasión, el 24 de febrero de 2022, en España la comunidad ucraniana superaba las 110 000 personas. Muchas llegaron tras la invasión de Crimea o por el conflicto permanente en el Donbás. Zoraina es una de ellas. Llegó a España en 2018 con su hijo y su marido para evitar que, por segunda vez, él tuviera que combatir en el Donbás. Hoy vive en Alicante, alejada de las sirenas pero con el corazón encogido por todo lo que están viviendo familiares y amigos.
Vivir un año de guerra desde la distancia
Zoraina y su familia viven a más de 3000 kilómetros de la guerra de Ucrania. Sin embargo, no es distancia suficiente para que, un año después del comienzo, vivan preocupados por el recrudecimiento de un conflicto que no ve su fin. “Cada día empiezo con noticias sobre Ucrania y también antes de dormir para ver si las cosas han empeorado. Nuestros familiares y amigos con los que crecimos están allí y nos duele el corazón por lo que está pasando”.
Un año antes de que comenzara la invasión, muchos ucranianos se habían enfrentado a la guerra en Crimea y en el Donbás. El marido de Zoraina fue uno de ellos. “En 2017, comenzaron a llegar cartas a mi esposo pidiéndole que se presentara en el ejército, ir a la guerra nuevamente. Ya sirvió en 2015, fue reclutado por Ucrania y luchó un año en el frente. Él milagrosamente regresó con vida y no podíamos enfrentarnos de nuevo a esa angustia. Las cartas que le llegaban del comandante militar ya avanzaban que la guerra no terminaría pronto, como podemos ver ahora”.
Dejar atrás su vida y comenzar de nuevo en un lugar en el que ni la cultura ni la lengua son parecidas no fue fácil, pero no se arrepiente de haber dejado su país. “Nunca me he arrepentido de haber elegido España. Hay mucho que aprender aquí, hay mucho que admirar, hay lugares increíbles y naturaleza. No tengo planes para regresar a Ucrania. A mi esposo le resultó tan difícil esta mudanza, aprender el idioma, dejar a sus familiares... Siempre estaba ahí en sus pensamientos y luego comenzó a conocer gente, conocer todo y comenzó a mirar todo de una manera completamente diferente. Ahora a él también le gusta España, aquí ha nacido mi segunda hija”.
El colegio: el centro enseñanza e integración para madres
Uno de los retos a los que se enfrentaba Zoraina era aprender español. Nunca había estudiado la lengua y la dificultad para comunicarse complicaba su plena integración. “La profesora de mi hijo mayor me habló de los cursos de español a los que asisto actualmente en el colegio Isla de Tabarca, con los que estoy increíblemente contenta. Hablamos de que no me vendría mal mejorar mi español y así me enteré".
Zoraina comparte las aulas con sus hijos y por fin se siente integrada en la comunidad. “Estos cursos son muy necesarios para una vida plena en España, ya que en todos lados necesitas hablar español, entender todo en español. Sin saber español todo es muy difícil, es un círculo muy limitado sin oportunidades. Es muy importante saber cómo escribir un currículum, cómo presentarse en una entrevista de trabajo y saber qué preguntas hacer”.
Patricia Hernández, técnica de enseñanza de lenguas extranjeras de Ayuda en Acción en Alicante, destaca la excelente disposición de Zoriana y sus ganas de aprender. “Ha sido una alumna maravillosa, muy educada, un poco tímida, sonriente, curiosa y con muchas ganas de aprender y de mejorar. Su objetivo, ahora mismo, era encontrar un empleo”. El curso de alfabetización va más allá de la adquisición de fluidez con el idioma. “Creo que le ha aportado seguridad en sí misma, seguridad en el uso del español y refuerzo en la parte oral, porque decía que antes de las clases tenía mucho miedo de hablar español con españoles. Esto le ha servido para creer más en ella”, añade Patricia.
Una escuela que rompe barreras
En el marco del proyecto Una escuela que rompe barreras, Ayuda en Acción proporciona cursos de alfabetización a personas migrantes en los mismos centros educativos que sus hijos e hijas. Con ello no solo se enseña el idioma sino que se busca la plena integración social. Así lo señala Patricia Hernández: “el objetivo que pretende nuestro modelo de escuela es fomentar un sistema educativo inclusivo que tenga en cuenta la diversidad de necesidades y capacidades de las familias”. Las clases se desarrollan en centros educativos de primaria. Aunque está abierto a hombres y mujeres, la mayoría de sus asistentes son madres de alumnos y alumnas. Ellas, cuando llegan a nuestro país, se encuentran con la dificultad añadida de estar condicionadas por aspectos culturales que las relegan al espacio doméstico y a las tareas de cuidado. Estos cursos mejoran su autoestima y cambian la percepción que sus hijos e hijas tienen de ellas. Además, generan la creación de redes de apoyo mutuo y suponen un punto de proyección para la inserción laboral.
Por la plena integración de las personas en situación de movilidad humana
La estrategia de Ayuda en Acción en el campo de la movilidad humana tiene como principal meta acompañar a las personas más vulnerables vinculadas de alguna manera con los contextos de movilidad en las regiones del mundo donde trabajamos. Diego Lorente Pérez, coordinador del programa de migraciones para Mesoamérica de Ayuda en Acción en Centroamérica, comenta que "trabajamos para que en cada una de sus etapas (ya sea en el origen, en tránsito o en su destino migratorio, hayan sido retornadas o pertenezcan a comunidades de acogida), las personas puedan ejercer plenamente sus derechos y vean respetada su dignidad. Sabemos los riesgos y vulnerabilidades que se viven en estos contextos cuando se trata de migraciones forzadas y no por opción. Ponemos a la persona en movilidad en el centro para apoyarla y acompañarla, ya sea en sus necesidades humanitarias y de protección y/o en sus expectativas de desarrollo e inclusión social".
La organización trabaja poniendo un foco especial en las poblaciones más impactadas por la movilidad humana forzada, como son las mujeres adultas, adolescentes y niñas, y otras personas afectadas por violencias basadas en género. Además, Ayuda en Acción vincula el trabajo en territorio con una mirada nacional y regional e impulsa a la movilidad humana como factor de desarrollo. Este es el caso de la crisis migratoria venezolana a la que atendemos en su país de origen pero también en todos los países de la región hacia los que se dirigen: Colombia, Perú, Ecuador y también en Centroamérica. Trabajamos con un enfoque integral atendiendo a la emergencia, impulsando el desarrollo económico y la construcción de paz tanto con la población en situación de movilidad como con la población de acogida.