En muchas ocasiones los términos malnutrición y desnutrición se confunden y se utilizan como sinónimos, pero no es correcto ya que ambos términos hacen referencia a realidades diferentes. Cuando hablamos de malnutrición nos referimos a una problemática mucho más amplia que no solo engloba la desnutrición, sino también otras relacionadas con la alimentación como son el sobrepeso y la obesidad. Dicho de otra manera, toda desnutrición es malnutrición, pero no al revés.

La malnutrición y sus afecciones


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la palabra malnutrición se refiere a las carencias, los excesos y los desequilibrios de la ingesta calórica y de nutrientes de una persona. Es lo que llamaríamos mala alimentación, dentro de esta definición se enmarca tanto a la calidad como a la cantidad (por defecto y por exceso) de los alimentos que una persona ingiere.

La OMS explica que la malnutrición abarca tres grandes grupos de afecciones:

  1. Desnutrición: definida como la ingesta de calorías y nutrientes inferior a la necesaria.

  2. Malnutrición relacionada con los micronutrientes: relacionada con la anterior, incluye la falta y el exceso de micronutrientes que son vitaminas o minerales importantes para nuestro organismo. Son especialmente importantes para las mujeres embarazadas y para los niños y niñas porque producen enzimas, hormonas y otras sustancias que son esenciales para el crecimiento y el desarrollo.

  3. Obesidad, sobrepeso y enfermedades no transmisibles relacionadas con el régimen alimentario (como pueden ser cardiopatías, accidentes celebrovasculares, diabetes o cáncer). La malnutrición es uno de los principales factores de riesgo de estas enfermedades a escala mundial.




Tiene que elegir entre calefacción o comida.


La desnutrición y el hambre


Como hemos visto, la desnutrición está íntimamente relacionada con la cantidad (a la baja) de calorías y nutrientes ingeridos, insuficientes para nuestro organismo. Pero la desnutrición se manifiesta de diferentes formas. Según la OMS, existen cuatro tipos de desnutrición: el retraso del crecimiento, la emaciación (peso inferior al que corresponde a la estatura), la insuficiencia ponderal (peso inferior a la media) y las carencias de minerales y vitaminas.

La desnutrición crónica (lo que llamamos hambre) es una de las peores manifestaciones de esta forma de malnutrición. Se calcula que en el mundo 1 de cada 9 personas está subalimentada (más de 800 millones de personas) y que provoca cerca de la mitad de las muertes de menores de 5 años.
Sus consecuencias se muestran a largo plazo y tienen un impacto en la salud física y mental de la persona que lo sufre. En el caso de la infancia puede generar secuelas irreversibles ya que puede provocar una ralentización del desarrollo físico e intelectual.

La relación entre la malnutrición y la pobreza


Una de las principales causas de la malnutrición es la pobreza: los hogares pobres multiplican su riesgo de sufrir sus consecuencias. Los grupos de población que tienen mayor probabilidad de padecerla son las mujeres, lactantes, adolescentes, niños y niñas.

Y aunque parezca paradójico, la obesidad es otra de las caras de la pobreza. De hecho, es frecuente encontrar en una misma familia (o domicilio) a personas que presentan desnutrición y personas con sobrepeso.

Pero, ¿cómo se explica la relación entre la pobreza y el sobrepeso? Esto es así porque muchas familias no disponen de suficientes recursos para comprar alimentos saludables como frutas y verduras frescas, legumbres, carne o leche. Y en su defecto, adquieren alimentos ricos en grasas, azúcar y sal que son más baratos.

En definitiva, la malnutrición, en todas sus formas, es uno de los mayores problemas sanitarios a los que nos enfrentamos ya que, de forma indirecta o directa, provoca millones de muertes al año en todo el mundo. Tanto es así, que el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tiene como fin acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición.

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