Las enfermedades en los países pobres causan muchos más estragos que en aquellos que tienen mayores índices de desarrollo. En los contextos de miseria y necesidades, los problemas de salud se manifiestan en las personas más indefensas… incluso antes de nacer. Un bebé que se está formando en el útero de una madre que no se puede alimentar bien, crecerá acusando complicaciones derivadas de la falta de nutrientes.
Y es que los riesgos a los que están expuestas las mujeres embarazadas que no reciben cuidados prenatales y atención profesional en los partos determinan sus posibilidades de sobrevivir, pero también la de sus bebés. Si a todo ello le añadimos la falta de acceso a atención médica de estas mujeres, la cosa se complica aún más.
La situación de la salud en los países más pobres
Cada día mueren más de 800 mujeres por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto (hemorragias, hipertensión, infecciones, falta de salubridad en las condiciones donde ocurre el parto…). El 99% de la mortalidad materna corresponde a los países subdesarrollados, sobre todo en África, donde la sanidad queda al alcance de unos pocos. Los directamente perjudicados son sus hijos e hijas: un bebé lactante tiene muchas menos posibilidades de supervivencia si su madre fallece.
Pero hay más enfermedades relacionadas con la pobreza. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades que se cobran más muertes en los países pobres son las enfermedades infecciosas como las pulmonares y las diarreicas, el VIH/SIDA, la tuberculosis, la malaria y el paludismo
La enfermedad más mortal es la pobreza
La OMS asegura que la pobreza es la enfermedad más mortal del mundo. Veamos algunas cifras y datos que se están dando a día de hoy y que prueban que esta afirmación es totalmente cierta:
La pobreza afecta a más de 1000 millones de personas. El 70% son mujeres, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para las Mujeres.
El derecho a la salud no se cumple en entornos más frágiles y vulnerables: la atención primaria de salud es el primer eslabón para garantizar este derecho. Según la OMS, debe incluir el acceso oportuno, aceptable y asequible a servicios de atención de salud de calidad suficiente.
Más de 1600 millones de personas (22% de la población mundial) viven sin acceso a atención médica. Ocurre en lugares donde las crisis prolongadas están ocasionadas por la sequía, el hambre, los conflictos y los desplazamientos.
En la mayoría de comunidades rurales donde trabaja Ayuda en Acción la población no tiene acceso a una buena atención médica por diversas razones, principalmente a causa de la pobreza. Los puestos de salud no disponen de infraestructuras adecuadas; a veces, no cuentan con equipamientos básicos, ni medicamentos esenciales. En muchos de estos puestos, ni siquiera tienen agua ni servicios de saneamiento.
También es bastante común en multitud de zonas rurales que lo puestos de salud no tengan un médico asignado al centro. Estos profesionales son reticentes a trabajar en las zonas remotas debido a las duras condiciones de trabajo y los bajos salarios. En los centros en los que no hay médico (o pasa una vez a la semana) el enfermero o enfermera asignados asumen competencias que no les corresponden, ni para las que está capacitados.
La diarrea, una enfermedad mortal para los niños y niñas pobres
Cada día 700 menores de cinco años mueren de diarrea. El bajo grado de salubridad del agua o un saneamiento deficiente tienen graves repercusiones en el derecho a la salud. En los países que tienen una elevada mortalidad infantil, la diarrea provoca más defunciones en niños menores de 5 años que ninguna otra causa. Su sistema inmunitario no está plenamente desarrollado, por lo que tienen menos defensas ante las infecciones relacionadas con el agua no potable.
Si a ello le añadimos las muertes infantiles por otros motivos como la neumonía o el propio parto, podríamos hablar 5,4 millones de niños muertos antes de cumplir cinco años por enfermedades que en países como el nuestro son comunes y en raros casos supone la muerte. Todos estos fallecimientos, provocados sin duda por la pobreza, se podrían evitar con soluciones sencillas: medicamentos, agua potable, electricidad o vacunas.
Las vacunas son una de las formas más rentables para evitar las enfermedades. Actualmente previene de 2 a 3 millones de muertes por año y podrían evitarse otros 1,5 millones si se mejorara la cobertura mundial en lo que respecta a la vacunación.
Los países en desarrollo se enfrentan a múltiples retos en materia de enfermedades:
Enfermedades prevenibles por vacunación, como el sarampión y la difteria.
Aumento de enfermedades no transmisibles, como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiacas.
Enfermedades asociadas a los efectos del cambio climático. Las sequías prolongadas o las inundaciones arruinan las cosechas de las familias que dependen de la agricultura de subsistencia, poniendo en jaque su seguridad alimentaria, y por tanto su salud.
En las zonas rurales donde trabajamos, las familias dependen en gran medida de los alimentos que cultivan para alimentarse. En los meses de escasez de lluvia, las tasas de desnutrición infantil se disparan: la OMS estima que en el mundo 115 millones de menores de cinco años presentan desnutrición. Este factor provoca más de la mitad de las defunciones de los niños y niñas de las zonas donde la pobreza es protagonista.
Otras enfermedades en países pobres que amenazan la salud
El dengue es una enfermedad que puede ser letal y matar hasta el 20% de las personas que lo contraen. Esta enfermedad, transmitida por mosquitos, representa desde hace décadas una amenaza creciente. Al año hay alrededor de 390 millones de infecciones por dengue y se estima que el 40% de la población mundial está en riesgo de contraerlo.
La diabetes, el cáncer y las enfermedades cardíacas son responsables de más del 70% de todas las muertes anuales en todo el mundo (41 millones de personas). La OMS advierte que estas enfermedades están aumentando debido las dietas poco saludables, la inactividad física, el consumo del tabaco y alcohol, y la contaminación del aire.
VIH/SIDA. A pesar de los progresos logrados, casi un millón de personas muere cada año de VIH/SIDA. Desde el comienzo de la epidemia, más de 70 millones de personas han contraído la infección y alrededor de 35 millones de personas ya han muerto. Gran parte de las víctimas mortales son personas que padecen esta enfermedad en países pobres.
Las enfermedades olvidadas: la Organización Mundial de la Salud cuenta con un plan de investigación y desarrollo que identifica enfermedades y patógenos que pueden causar una emergencia de salud pública pero que carecen de tratamientos y vacunas efectivas. Entre las prioritarias encontramos el ébola, varias otras fiebres hemorrágicas, Zika, Nipah, coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y, por último, la enfermedad X, que representa la necesidad de prepararse para un patógeno desconocido que podría causar una grave epidemia a nivel mundial.
Ayuda en Acción, por el derecho a la salud
Como vemos, los desafíos en materia de enfermedades y salud son enormes. Trabajar para lograrlos es clave para el progreso de la sociedad en su conjunto.
Ayuda en Acción viene trabajando desde hace casi 40 años para mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables del planeta, fundamentalmente la infancia. Entre nuestras prioridades está colaborar para que todas estas personas tengan una atención sanitaria de mayor calidad.
Por ello, para Ayuda en Acción es prioridad la construcción de centros de salud en las zonas rurales más remotas, dotarlos de materiales básicos sanitarios, invertir en servicios de ambulancia y en UVI móviles.
La salud materno-infantil es otra de nuestras prioridades, por eso apoyamos la formación de los trabajadores de salud comunitarios, las matronas y enfermeras, y también la de los médicos. Los profesionales de la salud debidamente formados y motivados constituyen la savia vital de todo sistema de salud eficaz.
En el ámbito del derecho a la salud, una de las herramientas más eficaces para luchar contra la vulneración de este derecho es la educación. Un ejemplo que ilustra esta realidad es el caso de nuestro trabajo contra la Mutilación Genital Femenina en Kenia.
En este país trabajamos en más de 70 escuelas explicando a las niñas y también a sus familias las terribles consecuencias de esta práctica que, pese a su prohibición en el país, se sigue practicando. Gracias a las campañas de sensibilización e información que llevamos en las comunidades donde trabajamos, hemos logrado eliminar casi por completo esta práctica en muchas regiones. Pero todavía queda mucho por hacer, con el apoyo de nuestros socios y entidades que nos apoyan continuamos llevando a cabo nuestra labor.