A pesar de la recuperación económica, la crisis ha dejado una huella difícil de borrar en la sociedad española. Y es que, aunque en el último año han mejorado ligeramente los datos de exclusión social y pobreza, casi 1 de cada 3 niños y niñas siguen en riesgo de pobreza o exclusión social en España. Esta situación que también afecta a 1 de cada 5 españoles y españolas.


Así lo han puesto de manifiesto los últimos datos publicados por la Encuesta de Condiciones de Vida 2018 (elaborada por el INE). En concreto, sitúa la tasa de riesgo de pobreza infantil en el 29,5%, lo que supone un descenso de 1,8 puntos con respecto a los datos del año anterior. En el caso del resto de la población, también arroja datos positivos. Se ha reducido del 26,6% al 26,1% el porcentaje de población en riesgo de pobreza y exclusión social (tasa AROPE).


A pesar de estas mejoras, no son datos para sentirnos orgullosos. Actualmente en Europa solo Letonia, Lituania, Bulgaria y Rumanía tienen un indicador de pobreza superior al de nuestro país. Lo que sitúa a España como el país de renta alta con mayor pobreza de la Unión Europea.


Aumenta la desigualdad


Y este no es el único problema al que nos enfrentamos para alcanzar el primero de los ODS que nos insta a poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo antes del 2030. El VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, publicado también recientemente, ponía el acento en otro problema: la desigualdad. Este informe destaca que en los últimos años se ha aumentado la brecha entre los hogares con rentas más altas y más bajas. Pero también señala que esta diferencia se ha incrementado entre los hogares encabezados por hombres y por mujeres o entre personas con mucha cualificación y baja cualificación.


Y mientras que la clase media se iba recuperando poco a poco de la crisis, hay un porcentaje de la población que ha cronificado su situación e incluso ha visto cómo han empeorado sus condiciones de vida los últimos años. Es el caso de 4,1 millones de personas (8% de la población) que se encuentran en situación de exclusión social severa.



Tiene que elegir entre calefacción o comida.



Los hogares monomarentales y los jóvenes, los más vulnerables


Como hemos visto, la recuperación económica no ha beneficiado a todos por igual. De hecho, hay dos poblaciones (además de la infancia) que siguen siendo las más vulnerables: las mujeres (especialmente los hogares con mujeres al frente) y los jóvenes.


Los hogares en los que la sustentadora principal es una mujer registran tasas más elevadas de pobreza y de privación de material. De hecho, si lo comparamos con los hogares monoparentales (siendo el progenitor masculino) existe una diferencia de cuatro puntos: el 20% de hogares con mujeres al frente y el 16% con hombres al frente se encuentran en situación de exclusión social.


Y parece que las principales causas tienen que ver con el empleo. En concreto, con la brecha salarial (una de las más altas de la UE) y en que las mujeres están más expuestas a acceder a empleos con jornadas más reducidas. Y para muestra, dos datos: la contratación a tiempo parcial afecta a una de cada cuatro mujeres ocupadas, frente a uno de cada 14 hombres. Además, se calcula que una mujer necesita trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre. Si es inmigrante, lo tiene que hacer 2 horas más.


Tanto la Encuesta de Condiciones de Vida 2018 como el informe FOESSA coinciden en que estamos ante una juvenilización de la pobreza, con un claro empeoramiento de la situación de los jóvenes emancipados. La tasa de riesgo de pobreza de la población entre 16 y 29 años se sitúa en el 28,3%, con estos datos se convierten en el segundo grupo más vulnerable a la pobreza.


¿Las causas? El desempleo juvenil, las dificultades para la entrada en el mercado de trabajo con un sueldo digno o el incremento de los precios de la vivienda, se encuentran entre las más comunes.


El reto: romper el círculo de la pobreza en España


La encuesta FOESSA vuelve a constatar una tendencia que llevamos observando desde hace tiempo. Cuando una persona nace y se cría en un hogar con escasos bienes materiales y con ingresos reducidos, aumentan las probabilidades de perpetuar su situación. Se calcula que el 80% de los niños y niñas pobres, serán adultos y adultas pobres.


Desde 2013, Ayuda en Acción trabaja para romper la transmisión intergeneracional de la pobreza en España. Y lo hacemos a través del programa Aquí también junto a los mejores aliados: los centros escolares.


La educación sigue siendo la llave para abrir las puertas a un futuro mejor. Porque cuanto mayor es el capital educativo, menor es la tasa de paro. Por eso ponemos en marcha proyectos que buscan la calidad educativa y disminuir la desigualdad entre los hogares con más recursos y los que tienen menos. Lo hacemos a través de becas de comedor y de material escolar, pero también acercando la innovación educativa a los más vulnerables.


También apoyamos a las madres y abuelas de alumnado en situación de vulnerabilidad. Con proyectos que buscan el empoderamiento, la empleabilidad y el emprendimiento femenino. Dándoles las herramientas necesarias para que sean protagonistas de su propia historia y que tengan recursos para sacar adelante a sus familias.


Y tejemos redes en las comunidades en las que trabajamos porque el aislamiento es el peor enemigo de la plena integración.


AYUDANOS A LUCHAR CONTRA LA POBREZA EN ESPAÑA



Tiene 10 años y aún no ha visto el mar.